El documento argumenta que las grandes corporaciones multinacionales ejercen un control invisible sobre los sistemas políticos mundiales a través del financiamiento de campañas y la influencia en organismos internacionales. Esto ha llevado a que las decisiones políticas se tomen en función de los intereses empresariales y no de los ciudadanos. Además, los acuerdos comerciales internacionales han limitado la soberanía de los gobiernos nacionales y locales en aras de la competitividad del mercado global, creando un déficit democrático.