El documento aborda la evaluación como un problema didáctico, destacando la importancia de diferentes enfoques morales, conceptuales, cognitivos y metodológicos en el diseño de acciones educativas que incorporen nuevas tecnologías. Se enfatiza que una 'enseñanza poderosa' debe ser relevante, actual y capaz de perdurar, además de generar un debate en torno a su implementación. Las prácticas evaluativas, al integrar tecnología, permiten una conexión más emocional y significativa con el conocimiento.