Matthew Meselson y Franklin Stahl demostraron en 1958 la replicación semiconservativa del ADN usando E. coli cultivada en medios con nitrógeno pesado y normal, confirmando la hipótesis de Watson y Crick. Su experimento consistió en medir la densidad del ADN tras generaciones de cultivo, evidenciando que cada molécula de ADN contenía una hebra parental y una nueva. Este hallazgo fue crucial para entender la transmisión de información genética y marcó un hito en la biología molecular.