Fibonacci descubrió la sucesión numérica que lleva su nombre mientras estudiaba sistemas matemáticos en el norte de África. Esta secuencia se repite con frecuencia en la naturaleza, como en las espirales de los caracoles, la forma de las galaxias y las huellas dactilares. Algunos creen que la presencia de la sucesión de Fibonacci en tantos aspectos de la naturaleza sugiere que el universo fue diseñado inteligentemente.