El manjar blanco tiene sus orígenes en recetas antiguas romanas y árabes similares. Se hizo popular en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento, y era tradicional en Cataluña, donde se consumía abundantemente durante los siglos XVII y XVIII. En el siglo XX, su consumo se restringió a la región de Tarragona, aunque ha vuelto a ganar popularidad gracias a su difusión a través de medios masivos y la facilidad de encontrar sus ingredientes.