Los números complejos fueron introducidos por matemáticos italianos y alemanes en los siglos XVI y XVIII para resolver ecuaciones cúbicas y ampliar el álgebra. Se representan mediante un número real y uno imaginario unidos por la letra i, y se pueden sumar, restar, multiplicar y dividir siguiendo reglas algebraicas específicas. También se pueden expresar en forma trigonométrica o polar y representar gráficamente en un plano cartesiano.