El sistema de control electrónico de los coches gestiona su funcionamiento mediante una unidad central que interactúa con sensores y actuadores, lo que puede llevar a averías que requieren diagnóstico mediante una máquina especializada. Las averías pueden incluir fallos en la unidad de control, sensores y actuadores, afectando el rendimiento del motor y requiriendo posiblemente la sustitución de piezas. Para mantener el sistema en buen estado, se recomiendan diagnósticos periódicos como medida preventiva.