El documento explora el concepto de 'porta fidei', o 'puerta de la fe', como una entrada a la comunión con Dios y la vida eclesial, destacando la importancia de la fe como un camino continuo que inicia con el bautismo. Se menciona la convocación de un año de la fe, coincidiendo con el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, en el que se invita a la conversión, la nueva evangelización, y a un redescubrimiento de la fe en un contexto de crisis espiritual contemporánea. Asimismo, se enfatiza la conexión entre la fe, la caridad y la esperanza, y se alienta a los creyentes a vivir su fe de manera activa y pública, apoyándose en el conocimiento de los contenidos de la fe y el testimonio a lo largo de la historia de la Iglesia.