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Martirio y herencia del Apóstol
Los planes de viaje comunicados en la carta de Pablo a los Romanos se realizarían de un modo distinto al pensado, aunque totalmente consecuente con los temores que tenía al momento de partir. Ya no disponemos de referencias epistolares directas del Apóstol, sino de evocaciones contenidas en las cartas pseudoepigráficas, que hablan de nuevas cadenas. Para reconstruir los últimos años de la vida de Pablo dependemos de lo que su primer biógrafo ha relatado en el libro de los Hechos. En los capítulos correspondientes al viaje de Pablo a Jerusalén y a su detención encontraremos los primeros pasos de la pasión de Pablo, que cuncluirá en la capital del Imperio Romano.
Pablo concluía su carta con la descripción de sus planes de viaje a Roma e Hispania, pero no sin antes informar sobre una obra que debía realizar previamente: la entrega de una colecta organizada hacía mucho tiempo. No lo comenta como un trámite, que sólo podría demorarlo un poco. Al contrario, manifiesta su precocupación de que la gestión pudiera fracasar,  malogrando así su viaje a Roma. Por eso pide oraciones: «Una vez terminado este asunto, y entregado oficialmente el fruto de la colecta, partiré para España, pasando por vosotros. Y bien sé que, al ir a vosotros, lo haré con la plenitud de las bendiciones de Cristo. Pero os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones rogando a Dios por mí, para que me vea libre de los rebeldes de Judea, y el socorro que llevo a Jerusalén sea bien recibido por los  santos y pueda también llegar con alegría a vosotros por la voluntad de Dios» (Rom 15,28-31). Las preocupaciones de Pablo están centradas en la actitud que pudieran asumir en Jerusalén aquellos que no habían aceptado el Evangelio, a quienes califica como «rebeldes» (cf. Rom 2,8; 10,21; 11,30-31). Podría encontrar en ellos una oposición semejante a la que le presentaron en su misión algunos judíos de la Diáspora, igualmente  catalogados como «rebeldes» (cf. Hech 14,2; 19,9). Pero también teme que los «santos» (los judíos que aceptaron el Evangelio) se nieguen a aceptar su colaboración. Anteriormente enunciamos posibles motivos para tal temor (pág.10). Para conocer qué resultado tuvo este viaje a Jerusalén no disponemos ya de informaciones procedentes de las cartas de Pablo, aun cuando se consideren de su autoría las llamadas  cartas de la cautividad  y las  cartas pastorales . Allí encontramos las consignas de un prisionero, pero ninguna descripción del proceso que lo llevó a la cárcel. Es el libro de los Hechos el que relata cómo Pablo fue detenido en el Templo, sometido a un lento proceso judicial romano, hasta apelar, finalmente, al tribunal imperial (Hch 21,15-25,12). Y fasí fue llevado prisionero a Roma. Los Hechos no mencionan nada sobre la entrega de la colecta que, según lo expresado en la carta a los Romanos, era el objetivo del viaje de Pablo. Más bien describen una rendición de cuentas del ministerio paulino entre los gentiles ante la comunidad de Jerusalén, en términos muy semejantes a los del relato de la Asamblea de los Apóstoles (cf. Hech15,12 y 21,19-20). Incluso vuelven a mencionar la carta con instrucciones enviada a los gentiles, que supuestamente Pablo conocía. El relato de Hechos hace sospechar que la aceptación de la colecta pudo estar condicionada a una demostración por parte de Pablo. Para eso debería usar parte del dinero en el pago de un ritual de purificación en el Templo: «Así todos entenderán que no hay nada de lo que ellos han oído decir de ti; sino que tú también te portas como un cumplidor de la Ley» (Hech 21,24). Para Pablo esto sería muy incómodo. ¿Podría practicar un ritual en el que sinceramente ya no creía? Él se jactaba de no haber cedido a los que querían reducir a los creyentes gentiles a la esclavitud (Gal 2,4). Pero los Hechos afirman que Pablo realizó lo que le pedían: «Entró en el Templo para declarar el cumplimiento del plazo de los días de la purificación cuando se había de presentar la ofrenda» (21,26). ¿Se puede considerar este hecho como una claudicación? Más bien se trata de un gesto acorde a la intención que siempre había mantenido: «Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la  Ley - aun sin estarlo - para ganar a los que están bajo ella» (1 Co 9,20). Tampoco habría que pensar que los creyentes de Jerusalén gozarían al ver doblegado al intransigente Apóstol de los Gentiles. La comunidad estaría sometida a fuertes presiones de los sectores más radicales del judaísmo para que tomaran distancia de los gentiles. Y finalmente Santiago sería ejecutado por no alinearse en la rebelión que se estaba gestando contra Roma. Una vez que Pablo hubo entrado en el Templo habría sido acusado de quebrantar las leyes de purificación (Hech 21,27-29). El tumulto habría tomado tales dimensiones que suscitó la intervención de la guarnición romana de la Fortaleza Antonia, apostada en la esquina noroeste del Templo. El resultado fue el arresto de Pablo (21,31-33). Si bien esta acción salvó al Apóstol de ser linchado, significó, sin embargo, que a Pablo se le iniciara un largo proceso como un criminal peligroso. Porque el tumulto hacía sospechar a la guardia romana que Pablo fuera un «sicario» prófugo en aquel tiempo: «¿No eres tú entonces el Egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los 4.000 sicarios?» (Hech 21,38). Josefo describe tanto la sublevación del Egipcio ( Guerra judía  II,261) como las prácticas terroristasde los sicarios (II,254-257). Bajo tal estado de alerta se comprenden algunos detalles del encarcelamiento de Pablo: n  Su envío a Cesarea, sede del gobernador Félix, muestra la gravedad de la acusación (Hech 23,35). Hay que recordar que Pablo ya había estado antes en un Pretorio, en espera de una pena capital (Flp 1,13; 2 Cor 1,8; cf.  Pablo II  pág. 56).  n Por otro lado, el fuerte contingente militar que lo lleva hasta Cesarea por la noche («doscientos soldados, setenta de caballería y doscientos lanceros», cf. Hech 23,23) deja de ser una exageración si el custodiado no es un inocente que debe ser protegido, sino un lider peligroso que puede ser liberado por sus secuaces. n La remisión a Roma afirmaría aún más la gravedad de las acusaciones, si la comparamos con la de Eleazar, el jefe de bandidos capturado por Félix. El líder rebelde, junto a un gran número de sus secuaces, fueron enviados a Roma (Josefo,  Guerra judía  II,253). La «apelación al César» solicitada por Pablo (Hech 25,11) tiene sentido, además, si el procurador Festo ya había dictado una sentencia contra el Apóstol. En Roma se confirmaría la condena o se lo absolvería.
Rechazo a las donaciones de los extranjeros «Al mismo tiempo Eleazar, hijo del sumo sacerdote Ananías, joven de gran audacia y que cumplía en el Templo las funciones de gobernador, dispuso que los sacerdotes oficiantes no aceptaran en adelante ninguna ofrenda ni sacrificio ofrecida por extranjeros [... Aunque los sacerdotes y los fariseos] se refirieron a lo absurdo de las razones que se habían alegado para suspender el sacrificio. Sus antepasados habían adornado el Templo en gran parte con donaciones ofrecidas por extranjeros, recibiendo siempre todos los presentes que les enviaban las naciones extranjeras». Josefo,  Guerra judía  II,408ss
«Cuando se atravesaba el patio en dirección a la segunda torre del Templo, se veía alrededor una balaustrada de piedra, de tres codos de alto y elaborada con gran finura. A iguales intervalos pequeñas columnas conteniendo, unas en caracteres latinos, otras en letras griegas, la ley de pureza y la prohibición para todo extranjero de entrar en el "Lugar Santo", que es como se llamaba al segundo recinto». Josefo,  Guerra judía  V,193-194 «Que ningún extranjero transpase la balaustrada del recinto del Lugar Santo. El que fuere sorprendido dentro, será causa él mismo de la muerte con que se le castigará».
«Más funesto aún fue para los judíos el falso profeta Egipcio. Un charlatán que se atribuía dotes de profeta logró reunir treinta mil ingenuos y los condujo al desierto, hasta el monte de los Olivos; de ahí se propuso marchar contra Jerusalén, tomarla por la fuerza, después de derrotar a la guarnición romana y reinar como tirano sobre el pueblo con el apoyo de los secuaces que lo acompañarían en la invasión. Félix se anticipó a su ataque marchando a su encuentro con la infantería romana. Todo el pueblo participó de la defensa. Entablado el combate, el egipcio huyó con varios de sus compinches; muchos otros fueron muertos o hechos prisioneros. El resto se dispersó ocultándose cada cual en su casa». Josefo,  Guerra judía  II,261 La sedición del «Egipcio» «¿No eres tú entonces el Egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los 4.000 sicarios?» (Hech 21,38).
«Limpiada la comarca de ladrones, apareció otra especie de bandoleros en Jerusalén, los llamados  sicarios , porque asesinaban en pleno día y en el centro de la ciudad. Se mezclaban especialmente con la multitud durante las fiestas, escondiendo bajo las ropas sus cortos puñales con los que herían a sus enemigos; caída la víctima, el asesino se sumaba a la indignación de la muchedumbre, inspirando confianza y evitando que fuera sospechado.  Comenzaron por matar al sumo sacerdote Jonatán, a quien siguieron muchos otros. Todos los días había alguna muerte. El terror que se difundió fue mayor aún que el mal. Todos esperaban recibir la muerte en cualquier momento, lo mismo que en la guerra. Examinaban de lejos a los que veían acercarse, desconfiando hasta de los amigos. A pesar de las precauciones, las víctimas seguían cayendo, porque aquellos asesinos eran rápidos y hábiles para esconderse». Josefo,  Guerra judía  II,254-257 Los «sicarios»
«Arribamos a Siracusa y permanecimos allí tres días. Desde allí, costeando, llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó el viento del sur, y al cabo de dos días llegamos a Pozzuoli. Encontramos allí hermanos y tuvimos el consuelo de permanecer con ellos siete días. Y así llegamos a Roma.  Los hermanos, informados de nuestra llegada, salieron a nuestro encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimos» (Hech 28,12-15).
«Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él; predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno» (Hech 28,30-31).
Los Hechos han tenido especial cuidado de relatar el proceso de Pablo a semejanza de la Pasión de Jesús. En ambos casos se anuncia la subida a Jerusalén, en la que, tanto Jesús como Pablo, son conscientes de que van a ser apresados y padecerán. A pesar de las resistencias de sus discípulos, en ambos prevalece la decisión de «subir» a la Ciudad Santa: «Tomando consigo a los Doce, les dijo: Mirad que subimos a Jerusalén y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron sobre el Hijo del hombre: le entregarán a los gentiles y será objeto de burlas, insultado y escupido; y después de azotarlo le matarán; pero al tercer día resucitará. Ellos no comprendieron nada de esto; no captaban el sentido de estas palabras y no entendían lo que decía» (Lc 18,31-34). Esta escena se repite, con expresiones muy parecidas, cuando Pablo se despide en Mileto  de los presbíteros de Efeso: «Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones» (Hch 20,22-23). La reacción de los efesios es semejante a la de los discípulos de Jesús: «Rompieron entonces todos ellos a llorar y, arrojándose al cuello de Pablo le besaban, afligidos sobre todo por lo que había dicho...» (Hch 20,37-38). Estando cerca de Jerusalén, el profeta Agabo predice lo que allí aguarda a Pablo: «Tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: «Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles». Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera él a Jerusalén. Entonces Pablo contestó: «¿Por qué habéis de llorar y destrozarme el corazón? Pues yo me encuentro dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor» (Hch 21,11-14).  La última frase transcribe casi al pie de la letra la oración de Jesús en el Huerto, la noche en que fue apresado:  «Padre, si quieres aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). Pero hay una diferencia entre ambos relatos. Jesús está destinado a morir en Jerusalén. Pero Pablo, en cambio,  recibe la misión de ir a Roma para predicar allí el Evangelio. Por eso él no puede morir en Jerusalén: «A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: ¡Ánimo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así también debes dar testimonio [ martyresai ] en Roma» (Hch 22,11). Pablo no sólo debe predicar en Roma, sino también culminar allí la «Pasión» que ha comenzado a sufrir en Jerusalén.
«Pedro, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido. Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo». Clemente de Roma, I Corintios  V,4-7 «Nerón fue el primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma. Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz. Entoces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando renace por nobleza del martirio». Tertuliano,  Scorpiace  15,2-5
«¡Feliz la Iglesia de Roma, sobre la que derramaron los Apóstoles, juntamente con su sangre, toda su doctrina! Allí Pedro igualó la Pasión del Señor; allí Pablo fue coronado con la muerte de Juan el Bautista». Tertuliano,  Prescripción de los herejes  36,3
«Fingiendo que le desagradaba la fealdad de los antiguos edificios y la estrechez y tortuosidad de las calles, incendió Roma sin el menor disimulo, pues muchos ex-cónsules sorprendieron en sus tierras a los esclavos de su cámara provistos de estopa y antorchas, sin atreverse a tocarlos, y algunos graneros cercanos a la Casa Dorada, cuyo solar ambicionaba extraordinariamente, fueron derruidos con máquinas de guerra y luego incendiados, porque estaban construidos con muros de piedra». Suetonio,  Nerón  38 Nerón hace espacio en Roma
«Nerón no lograba alejar la mala fama de que el incendio había sido mandado. Y así, para desviar esta voz y descargarse, dio por culpados de él, y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres odiados por el vulgo a causa de sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ejecutado por orden de Pilato, procurador de Judea. Y, reprimida por de pronto la perniciosa superstición, irrumpió de nuevo no sólo por Judea, origen de este mal, sino por la Urbe misma, a donde confluye y se celebra cuanto de atroz y vergonzoso hay por doquiera. Fueron castigados al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por indicaciones que éstos dieron, una ingente multitud quedó convicta, no tanto por el crimen de incendio, cuanto de odio al género humano.
 
 
 
 
 
Según Hech 28,30 Pablo permaneció en Roma bajo arresto domiciliario durante dos años. Y ya no tenemos noticias seguras acerca de sus actividades. La noticia más segura sobre su muerte la proporciona a fines del siglo I el obispo Clemente de Roma ( I Corintios  V,4-7).  Su martirio, como el de Pedro, está fechado en el reinado de Nerón, sin precisar en qué momento del mismo (Tertuliano,  Scorpiace  15, 2-5). «Pedro, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido.  Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo». « Nerón fue el primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma . Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz.  Entonces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando renace por nobleza del martirio ». La muerte de Pablo
Pero la muerte no fue capaz de enterrar a Pablo Una segunda vida, incluso más fecunda que la existencia física El recuerdo de su persona la presencia de sus cartas, conservadas y recogidas  como una herencia preciosa el influjo extraordinario de su teología Unos discípulos se empeñaron en conservar  y  transmitir  sus escritos sacar de su  experiencia apostólica  y de su  mensaje  inspiración para dar respuestas a los problemas que planteaban las  nuevas situaciones . «escuela paulina» a ella hay que atribuir la paternidad literaria de una rica producción epistolar, divulgada intencionalmente bajo el nombre y el alto patrocinio del apóstol.
destrucción de Jerusalén en el año 70 fin del centro espiritual del judeo-cristianismo estricto ascensión de la comunidad de Roma se armonizan las culturas griega y judía, logrando una síntesis entre el mundo oriental y el occidental. «escuela paulina» Efeso Pablo Pedro Roma Antioquía Su ubicación cronológica abarcaría los años 60-100 desaparición de las grandes figuras del cristianismo de los orígenes, Pablo, Santiago y Pedro Santiago Jerusalén
dejando aparte las cartas de Pablo que se remontan a los años 50 la mayor parte de los demás escritos neotestamentarios vio la luz en este período de transición. El vacío que habían dejado las grandes personalidades, los testigos directos, quedó cubierto por una fecunda actividad literaria La carta a los Colosenses La carta a los Efesios Segunda a los Tesalonicenses Primera a Timoteo. Segunda a Timoteo. La carta a Tito los Evangelios los Hechos de los apóstoles el Apocalipsis la carta a los Hebreos las Cartas Católicas Primera a los Tesalonicenses. Primera a los Corintios. Segunda a los Corintios. La carta a los Gálatas. La carta a los Filipenses. La Carta a Filemón. La carta a los Romanos.
Para algunos el mundo y la existencia humana se encuentran bajo el dominio despótico de potencias cósmicas, llamadas Tronos, Señores, Príncipes, Potestades (1,16; cf. 2,15), identificadas con los ángeles (2,18). En la práctica se rendiría culto a estas potencias a través de la observancia de un calendario especial y de la abstinencia de determinadas comidas y bebidas (2,16-23):  “ que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero... Que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles… ¿por qué sujertaros, como si aún vivierais en el mundo, a preceptos como «no tomes», «no gustes», «no toques», cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente humanos?” Todo eso para liberarse interiormente de ese mundo y adquirir una comprensión auténtica de sí mismo para subir a los cielos. La carta a los Colosenses Se trata probablemente de la primera expresión literaria de la escuela de Pablo parece ser una polémica manifiesta contra los defensores de una « filosofía » desviada (2,8): “ Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo” . Este vocablo no significaría aquí una reflexión racional y abstracta, sino una doctrina antropológico-religiosa de trasfondo gnóstico
Él es mediador de toda la creación, incluso de los poderes cósmicos, vencedor de los mismos y redentor del hombre, trasladado del reino de las tinieblas al reino de la luz (cf. sobre todo 1,12-17). En él habita la plenitud de la divinidad (2,9-10) y por él se llega a un conocimiento y una sabiduría ( gnosis, sophia ) alternativos a la «filosofía» de los maestros de Colosas. El autor opone a todo eso la afirmación de la primacía universal y cósmica de Cristo “ El Padre os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.  Él es imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,  porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él” “ Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad”
Vocabulario de Colosenses y de Pablo Faltan en Col algunas categorías teológicas significativas del epistolario paulino auténtico, como: «el pecado» ( Hamartía,  sing.) el vocabulario de la justificación ( dikaiosyne, dikaios ) «la ley» ( Nomos ) el verbo «creer» ( pisteuein ) la terminología soteriológica ( soteria, sozein ), los vocablos típicos de la liberación/libertad ( eleutheria ,  eleutheroun ) de la promesa ( epangelia ). Semejanzas de Colosenses con Romanos Ambos escritos revelan una articulación binaria, de carácter doctrinal la primera parte (Col 1-2 y Rom 1-11) y de tono exhortativo la segunda (Col 3-4 y Rom 12-15). Una confesión de fe cristológica de origen tradicional caracteriza el comienzo de ambas epístolas (Col 1,15-20 y Rom 1,3-4). En la introducción epistolar de Col y Rom se acentúa la función apostólica de Pablo, portador del mensaje evangélico a todos los pueblos (Col 1,5-8 y Rom 1,8-15). En el plano de los contenidos es digna de interés la presencia del mismo tema de la unión sacramental del bautizado con Cristo muerto y resucitado (Col 2,12-13 y Rom 6,1-11). Paternidad paulina Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos.
Cristología Pablo Col centrada en la muerte y resurrección de Jesús Presenta un timbre cósmico: Cristo es el mediador de la creación del universo y de la reconciliación del mundo con Dios (1,15-20) y el triunfador sobre las potencias cósmicas, sometidas a su dominio (2,15). Eclesiología Pablo Col había definido a la  Iglesia  (comunidad cristiana local), como «cuerpo» (1 Cor 12), «cuerpo en Cristo» (Rom 12,5), «cuerpo de Cristo» (1 Cor 12,27), poniendo en evidencia la pluralidad y diversidad de los miembros (cada uno de los creyentes) en la unidad del organismo establece el primado de Cristo sobre la Iglesia ( universal ): Cristo es la  cabeza , es decir el Señor y el principio vivificante (1,18.24; 2,17.19; 3,15). El interés se desplaza de la socialidad de relaciones entre los creyentes (los miembros) a la relación vertical con Cristo, señor y «alma» vivificante de la Iglesia, su cuerpo.
Soteriología (la Salvación) Pablo Col Escatología (lo último) Pablo Col pensó en  términos de tiempo :  ya ahora los creyentes están justificados y reconciliados con Dios  (se restableció la amistad con él). Pero la  salvación y la resurrección , diferidas al futuro último,  todavía no  se han llevado a cabo (cf., por ejemplo, Rom 5,1-11 y 6,5.8). refleja una  concepción de tipo espacial , que es la preferida en los ambientes griegos. Acentúa  redención presente : Dios «nos ha arrancado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su hijo querido» (1,13) «Sepultados con él en el bautismo, habéis sido también resucitados en él (...); precisamente a vosotros, que estábais muertos (...), Dios os ha devuelto a la vida» (2,12-13) «Así pues, si habéis resucitado con Cristo...» (3,1). la conjugación de los verbos que indican la salvación y la resurrección está siempre en  futuro escatología «aorística»:  conjuga el verbo «resurgir» en pasado. Pero no se puede afirmar que elimine por completo el futuro, en el que se  manifestará  Cristo, vida de los creyentes, y la gloria de estos últimos (3,3-4). Pero esta manifestación no trae consigo nada substancialmente nuevo.
uso privilegiado de  categorías sapienciales  para definir la existencia cristiana. Se reza para que los colosenses conozcan perfectamente ( epignosis ) la voluntad de Dios con toda sabiduría e inteligencia espiritual (1,9),  para que viváis de una manera digna del Señor (1,10) . No se trata de ningún tipo de intelectualismo, ya que, en línea con la tradición hebrea, el conocimiento se presenta con un carácter acentuadamente práctico El mismo Cristo es la concentración de todos los tesoros de sabiduría y de conocimlento ( sophía ,  gnosis : 2,3).  Falta totalmente la doctrina paulina de la justificación. la Redención Pablo Col Es central la  doctrina de la justificación
A diferencia de Col, Ef no tiene intenciones polémicas. Destaca más bien en ella la exigencia primaria de meditar en la experiencia de una Iglesia donde la participación de los gentiles es ya un hecho pacíficamente aceptado, resultante de la acción pacificadora de Cristo:  “ él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad ”  (2,14) Esta unidad es realizada y significada por siete elementos (4,4-6): un solo  Cuerpo un solo  Espíritu una sola  esperanza un único  Señor una sola  fe un solo  bautismo un único  Dios . La carta a los Efesios Muestra tantas semejanzas con la de los Colosenses que se ha postulado la hipótesis de su dependencia literaria de la misma Sin embargo sería un desarrollo Porque en las analogías es donde se notan las diferencias más significativas.
Se exalta el punto de llegada del largo proceso que supuso la participación de los incircuncisos en la promesa jurada por Dios a Abrahán y a su linaje:  “ los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por  medio del Evangelio ” (3,6).  Aquellos que estaban excluidos de la ciudadanía del pueblo de Dios, extraños a las promesas, privados de esperanza y «ateos» en este mundo, desterrados en una desoladora lejanía y separados de los israelitas por causa de la ley mosaica, verdadero muro que separa a dos pueblos, se han hecho cercanos gracias a Cristo. Cristo ha apaciguado a los dos pueblos haciendo de ellos un solo cuerpo, ha introducido a los paganos en la ciudad de los santos y en la familia de Dios, edificando a los unos y a los otros en una construcción destinada a convertirse en templo santo de Dios (2,11-22). Los tiempos del apóstol, caracterizados por reivindicaciones, discusiones y reservas sobre el derecho de los paganos a entrar en la Iglesia con pleno derecho y sin una judaización previa, parecen haber quedado ya superados. Judíos y gentiles Pablo Efesios
eclesiología «somática» De Séneca se conoce la frase: «Somos miembros de un gran cuerpo», o sea, del mundo ( Epist.  95,52). Sólo la Iglesia es el cuerpo de Cristo, esto es, el espacio privilegiado de su señorío y de su influencia vivificante y animadora “ Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo ” (5,23) “ de Cristo todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición  según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su  edificación en el amor ” (4,16) Dios, en su abundante misericordia, ha vivificado con Cristo a los creyentes, víctimas en otros tiempos de la muerte espiritual, los ha salvado, los ha  con-resucitado  y co-entronizado en los cielos en Cristo Jesús (2,4-6). Pero la iniciativa de gracia divina ha transformado realmente a los creyentes en nuevas criaturas,  capaces de llevar una existencia fecunda en buenas obras  (2,10). El pasado de tinieblas de los bautizados ha dejado su lugar al presente de luz, pero suscita el  imperativo de vivir responsablemente como hijos de la luz  (5,8). Los compromete en la lucha , incluso «contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, en contra de los espíritus del mal que habitan en las regiones celestiales» (6,12),  a pesar de que Cristo los ha vencido . escatología realizada
Como  destinatarios  de estas cartas aparecen los nombres de los discípulos más prestigiosos del apóstol,  Timoteo y Tito , prototipos de autoridad eclesiástica. Con su  testamento espiritual , en vísperas del martirio (2 Tim 4,6), se presentan como la última palabra del apóstol. Como  escritos eminentemente exhortativos , ajenos a las profundas perspectivas teológicas, difieren de Col y de Ef. Muestran una  gran insistencia en la organización jerárquica  de las comunidades cristianas, por lo cual una fecha probable de redacción podría ser  alrededor del año 100 . Las Cartas Pastorales
parecen ser un movimiento sincretista de tinte  gnóstico  y formado por  elementos judíos . Se habla expresamente de maestros que se complacen en mitos y en  genealogías  interminables (1 Tim 1,4; 4,7; 2 Tim 4,4) les gustan las disputas (1 Tim 6,4-5; 2 Tim 2,14-16.23; Tit 3,9) se jactan de ser  doctores de la ley  (1 Tim 1,7) son contrarios al matrimonio e imponen la  abstinencia de determinados alimentos  (1 Tim 4,3) presumen de poseer un conocimiento elitista de Dios (1 Tim 6,20; Tit 1,16) pretenden que  la resurrección a ha tenido lugar  (2 Tim 2,17). son escritos de polémica antiherética Los adversarios
Su polémica  se limita a rechazar , con acusaciones de desviacionismo y de apostasía, los errores del adversario Les aplican epítetos infamantes. Se trata de charlas inútiles (1 Tim 1,6) de doctrinas diabólicas (1 Tim 4,1) de una verdadera blasfemia (1 Tim 1,20) de vanas discusiones que llevan a la ruina (2 Tim 2,14). Sus maestros no son más que apóstatas (1 Tim 1,6.19; 6,10.21) mentirosos hipócritas con la conciencia embotada (1 Tim 4,2-3) hombres de mente corrompida y extraños a la verdad (1 Tim 6,5; 2 Tim 2,18; 4,4; Tit 1,14) rebeldes, charlatanes seductores, animados por un torpe interés (Tit 1,10) personas partidistas ( hairetikon anthropon ) (Tit 3,10) seres abominables, desobedientes e incapaces de cualquier obra buena (Tit 1,16). No existe preocupación por dialogar con los adversarios Pero más allá de esta denuncia surge con claridad el motivo objetivo de su decidida repulsa:  los adversarios enseñan una doctrina distinta  ( heterodidaskalein : 1 Tim 1,3; 6,3) de la doctrina sana, buena y conforme con la piedad (1 Tim 1,10; 4,6; 6,3; 2 Tim 4,3; Tit 1,9; 2,1) y de las sanas palabras del Señor Jesucristo (1 Tim 6,3; 2 Tim 1,13; Tit 2,8).
 
 

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Pablo 14

  • 1. Martirio y herencia del Apóstol
  • 2. Los planes de viaje comunicados en la carta de Pablo a los Romanos se realizarían de un modo distinto al pensado, aunque totalmente consecuente con los temores que tenía al momento de partir. Ya no disponemos de referencias epistolares directas del Apóstol, sino de evocaciones contenidas en las cartas pseudoepigráficas, que hablan de nuevas cadenas. Para reconstruir los últimos años de la vida de Pablo dependemos de lo que su primer biógrafo ha relatado en el libro de los Hechos. En los capítulos correspondientes al viaje de Pablo a Jerusalén y a su detención encontraremos los primeros pasos de la pasión de Pablo, que cuncluirá en la capital del Imperio Romano.
  • 3. Pablo concluía su carta con la descripción de sus planes de viaje a Roma e Hispania, pero no sin antes informar sobre una obra que debía realizar previamente: la entrega de una colecta organizada hacía mucho tiempo. No lo comenta como un trámite, que sólo podría demorarlo un poco. Al contrario, manifiesta su precocupación de que la gestión pudiera fracasar, malogrando así su viaje a Roma. Por eso pide oraciones: «Una vez terminado este asunto, y entregado oficialmente el fruto de la colecta, partiré para España, pasando por vosotros. Y bien sé que, al ir a vosotros, lo haré con la plenitud de las bendiciones de Cristo. Pero os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones rogando a Dios por mí, para que me vea libre de los rebeldes de Judea, y el socorro que llevo a Jerusalén sea bien recibido por los santos y pueda también llegar con alegría a vosotros por la voluntad de Dios» (Rom 15,28-31). Las preocupaciones de Pablo están centradas en la actitud que pudieran asumir en Jerusalén aquellos que no habían aceptado el Evangelio, a quienes califica como «rebeldes» (cf. Rom 2,8; 10,21; 11,30-31). Podría encontrar en ellos una oposición semejante a la que le presentaron en su misión algunos judíos de la Diáspora, igualmente catalogados como «rebeldes» (cf. Hech 14,2; 19,9). Pero también teme que los «santos» (los judíos que aceptaron el Evangelio) se nieguen a aceptar su colaboración. Anteriormente enunciamos posibles motivos para tal temor (pág.10). Para conocer qué resultado tuvo este viaje a Jerusalén no disponemos ya de informaciones procedentes de las cartas de Pablo, aun cuando se consideren de su autoría las llamadas cartas de la cautividad y las cartas pastorales . Allí encontramos las consignas de un prisionero, pero ninguna descripción del proceso que lo llevó a la cárcel. Es el libro de los Hechos el que relata cómo Pablo fue detenido en el Templo, sometido a un lento proceso judicial romano, hasta apelar, finalmente, al tribunal imperial (Hch 21,15-25,12). Y fasí fue llevado prisionero a Roma. Los Hechos no mencionan nada sobre la entrega de la colecta que, según lo expresado en la carta a los Romanos, era el objetivo del viaje de Pablo. Más bien describen una rendición de cuentas del ministerio paulino entre los gentiles ante la comunidad de Jerusalén, en términos muy semejantes a los del relato de la Asamblea de los Apóstoles (cf. Hech15,12 y 21,19-20). Incluso vuelven a mencionar la carta con instrucciones enviada a los gentiles, que supuestamente Pablo conocía. El relato de Hechos hace sospechar que la aceptación de la colecta pudo estar condicionada a una demostración por parte de Pablo. Para eso debería usar parte del dinero en el pago de un ritual de purificación en el Templo: «Así todos entenderán que no hay nada de lo que ellos han oído decir de ti; sino que tú también te portas como un cumplidor de la Ley» (Hech 21,24). Para Pablo esto sería muy incómodo. ¿Podría practicar un ritual en el que sinceramente ya no creía? Él se jactaba de no haber cedido a los que querían reducir a los creyentes gentiles a la esclavitud (Gal 2,4). Pero los Hechos afirman que Pablo realizó lo que le pedían: «Entró en el Templo para declarar el cumplimiento del plazo de los días de la purificación cuando se había de presentar la ofrenda» (21,26). ¿Se puede considerar este hecho como una claudicación? Más bien se trata de un gesto acorde a la intención que siempre había mantenido: «Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley - aun sin estarlo - para ganar a los que están bajo ella» (1 Co 9,20). Tampoco habría que pensar que los creyentes de Jerusalén gozarían al ver doblegado al intransigente Apóstol de los Gentiles. La comunidad estaría sometida a fuertes presiones de los sectores más radicales del judaísmo para que tomaran distancia de los gentiles. Y finalmente Santiago sería ejecutado por no alinearse en la rebelión que se estaba gestando contra Roma. Una vez que Pablo hubo entrado en el Templo habría sido acusado de quebrantar las leyes de purificación (Hech 21,27-29). El tumulto habría tomado tales dimensiones que suscitó la intervención de la guarnición romana de la Fortaleza Antonia, apostada en la esquina noroeste del Templo. El resultado fue el arresto de Pablo (21,31-33). Si bien esta acción salvó al Apóstol de ser linchado, significó, sin embargo, que a Pablo se le iniciara un largo proceso como un criminal peligroso. Porque el tumulto hacía sospechar a la guardia romana que Pablo fuera un «sicario» prófugo en aquel tiempo: «¿No eres tú entonces el Egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los 4.000 sicarios?» (Hech 21,38). Josefo describe tanto la sublevación del Egipcio ( Guerra judía II,261) como las prácticas terroristasde los sicarios (II,254-257). Bajo tal estado de alerta se comprenden algunos detalles del encarcelamiento de Pablo: n Su envío a Cesarea, sede del gobernador Félix, muestra la gravedad de la acusación (Hech 23,35). Hay que recordar que Pablo ya había estado antes en un Pretorio, en espera de una pena capital (Flp 1,13; 2 Cor 1,8; cf. Pablo II pág. 56). n Por otro lado, el fuerte contingente militar que lo lleva hasta Cesarea por la noche («doscientos soldados, setenta de caballería y doscientos lanceros», cf. Hech 23,23) deja de ser una exageración si el custodiado no es un inocente que debe ser protegido, sino un lider peligroso que puede ser liberado por sus secuaces. n La remisión a Roma afirmaría aún más la gravedad de las acusaciones, si la comparamos con la de Eleazar, el jefe de bandidos capturado por Félix. El líder rebelde, junto a un gran número de sus secuaces, fueron enviados a Roma (Josefo, Guerra judía II,253). La «apelación al César» solicitada por Pablo (Hech 25,11) tiene sentido, además, si el procurador Festo ya había dictado una sentencia contra el Apóstol. En Roma se confirmaría la condena o se lo absolvería.
  • 4. Rechazo a las donaciones de los extranjeros «Al mismo tiempo Eleazar, hijo del sumo sacerdote Ananías, joven de gran audacia y que cumplía en el Templo las funciones de gobernador, dispuso que los sacerdotes oficiantes no aceptaran en adelante ninguna ofrenda ni sacrificio ofrecida por extranjeros [... Aunque los sacerdotes y los fariseos] se refirieron a lo absurdo de las razones que se habían alegado para suspender el sacrificio. Sus antepasados habían adornado el Templo en gran parte con donaciones ofrecidas por extranjeros, recibiendo siempre todos los presentes que les enviaban las naciones extranjeras». Josefo, Guerra judía II,408ss
  • 5. «Cuando se atravesaba el patio en dirección a la segunda torre del Templo, se veía alrededor una balaustrada de piedra, de tres codos de alto y elaborada con gran finura. A iguales intervalos pequeñas columnas conteniendo, unas en caracteres latinos, otras en letras griegas, la ley de pureza y la prohibición para todo extranjero de entrar en el "Lugar Santo", que es como se llamaba al segundo recinto». Josefo, Guerra judía V,193-194 «Que ningún extranjero transpase la balaustrada del recinto del Lugar Santo. El que fuere sorprendido dentro, será causa él mismo de la muerte con que se le castigará».
  • 6. «Más funesto aún fue para los judíos el falso profeta Egipcio. Un charlatán que se atribuía dotes de profeta logró reunir treinta mil ingenuos y los condujo al desierto, hasta el monte de los Olivos; de ahí se propuso marchar contra Jerusalén, tomarla por la fuerza, después de derrotar a la guarnición romana y reinar como tirano sobre el pueblo con el apoyo de los secuaces que lo acompañarían en la invasión. Félix se anticipó a su ataque marchando a su encuentro con la infantería romana. Todo el pueblo participó de la defensa. Entablado el combate, el egipcio huyó con varios de sus compinches; muchos otros fueron muertos o hechos prisioneros. El resto se dispersó ocultándose cada cual en su casa». Josefo, Guerra judía II,261 La sedición del «Egipcio» «¿No eres tú entonces el Egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los 4.000 sicarios?» (Hech 21,38).
  • 7. «Limpiada la comarca de ladrones, apareció otra especie de bandoleros en Jerusalén, los llamados sicarios , porque asesinaban en pleno día y en el centro de la ciudad. Se mezclaban especialmente con la multitud durante las fiestas, escondiendo bajo las ropas sus cortos puñales con los que herían a sus enemigos; caída la víctima, el asesino se sumaba a la indignación de la muchedumbre, inspirando confianza y evitando que fuera sospechado. Comenzaron por matar al sumo sacerdote Jonatán, a quien siguieron muchos otros. Todos los días había alguna muerte. El terror que se difundió fue mayor aún que el mal. Todos esperaban recibir la muerte en cualquier momento, lo mismo que en la guerra. Examinaban de lejos a los que veían acercarse, desconfiando hasta de los amigos. A pesar de las precauciones, las víctimas seguían cayendo, porque aquellos asesinos eran rápidos y hábiles para esconderse». Josefo, Guerra judía II,254-257 Los «sicarios»
  • 8. «Arribamos a Siracusa y permanecimos allí tres días. Desde allí, costeando, llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó el viento del sur, y al cabo de dos días llegamos a Pozzuoli. Encontramos allí hermanos y tuvimos el consuelo de permanecer con ellos siete días. Y así llegamos a Roma. Los hermanos, informados de nuestra llegada, salieron a nuestro encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimos» (Hech 28,12-15).
  • 9. «Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él; predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno» (Hech 28,30-31).
  • 10. Los Hechos han tenido especial cuidado de relatar el proceso de Pablo a semejanza de la Pasión de Jesús. En ambos casos se anuncia la subida a Jerusalén, en la que, tanto Jesús como Pablo, son conscientes de que van a ser apresados y padecerán. A pesar de las resistencias de sus discípulos, en ambos prevalece la decisión de «subir» a la Ciudad Santa: «Tomando consigo a los Doce, les dijo: Mirad que subimos a Jerusalén y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron sobre el Hijo del hombre: le entregarán a los gentiles y será objeto de burlas, insultado y escupido; y después de azotarlo le matarán; pero al tercer día resucitará. Ellos no comprendieron nada de esto; no captaban el sentido de estas palabras y no entendían lo que decía» (Lc 18,31-34). Esta escena se repite, con expresiones muy parecidas, cuando Pablo se despide en Mileto de los presbíteros de Efeso: «Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones» (Hch 20,22-23). La reacción de los efesios es semejante a la de los discípulos de Jesús: «Rompieron entonces todos ellos a llorar y, arrojándose al cuello de Pablo le besaban, afligidos sobre todo por lo que había dicho...» (Hch 20,37-38). Estando cerca de Jerusalén, el profeta Agabo predice lo que allí aguarda a Pablo: «Tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: «Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles». Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera él a Jerusalén. Entonces Pablo contestó: «¿Por qué habéis de llorar y destrozarme el corazón? Pues yo me encuentro dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor» (Hch 21,11-14). La última frase transcribe casi al pie de la letra la oración de Jesús en el Huerto, la noche en que fue apresado: «Padre, si quieres aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). Pero hay una diferencia entre ambos relatos. Jesús está destinado a morir en Jerusalén. Pero Pablo, en cambio, recibe la misión de ir a Roma para predicar allí el Evangelio. Por eso él no puede morir en Jerusalén: «A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: ¡Ánimo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así también debes dar testimonio [ martyresai ] en Roma» (Hch 22,11). Pablo no sólo debe predicar en Roma, sino también culminar allí la «Pasión» que ha comenzado a sufrir en Jerusalén.
  • 11. «Pedro, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido. Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo». Clemente de Roma, I Corintios V,4-7 «Nerón fue el primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma. Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz. Entoces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando renace por nobleza del martirio». Tertuliano, Scorpiace 15,2-5
  • 12. «¡Feliz la Iglesia de Roma, sobre la que derramaron los Apóstoles, juntamente con su sangre, toda su doctrina! Allí Pedro igualó la Pasión del Señor; allí Pablo fue coronado con la muerte de Juan el Bautista». Tertuliano, Prescripción de los herejes 36,3
  • 13. «Fingiendo que le desagradaba la fealdad de los antiguos edificios y la estrechez y tortuosidad de las calles, incendió Roma sin el menor disimulo, pues muchos ex-cónsules sorprendieron en sus tierras a los esclavos de su cámara provistos de estopa y antorchas, sin atreverse a tocarlos, y algunos graneros cercanos a la Casa Dorada, cuyo solar ambicionaba extraordinariamente, fueron derruidos con máquinas de guerra y luego incendiados, porque estaban construidos con muros de piedra». Suetonio, Nerón 38 Nerón hace espacio en Roma
  • 14. «Nerón no lograba alejar la mala fama de que el incendio había sido mandado. Y así, para desviar esta voz y descargarse, dio por culpados de él, y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres odiados por el vulgo a causa de sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ejecutado por orden de Pilato, procurador de Judea. Y, reprimida por de pronto la perniciosa superstición, irrumpió de nuevo no sólo por Judea, origen de este mal, sino por la Urbe misma, a donde confluye y se celebra cuanto de atroz y vergonzoso hay por doquiera. Fueron castigados al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por indicaciones que éstos dieron, una ingente multitud quedó convicta, no tanto por el crimen de incendio, cuanto de odio al género humano.
  • 15.  
  • 16.  
  • 17.  
  • 18.  
  • 19.  
  • 20. Según Hech 28,30 Pablo permaneció en Roma bajo arresto domiciliario durante dos años. Y ya no tenemos noticias seguras acerca de sus actividades. La noticia más segura sobre su muerte la proporciona a fines del siglo I el obispo Clemente de Roma ( I Corintios V,4-7). Su martirio, como el de Pedro, está fechado en el reinado de Nerón, sin precisar en qué momento del mismo (Tertuliano, Scorpiace 15, 2-5). «Pedro, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido. Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo». « Nerón fue el primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma . Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz. Entonces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando renace por nobleza del martirio ». La muerte de Pablo
  • 21. Pero la muerte no fue capaz de enterrar a Pablo Una segunda vida, incluso más fecunda que la existencia física El recuerdo de su persona la presencia de sus cartas, conservadas y recogidas como una herencia preciosa el influjo extraordinario de su teología Unos discípulos se empeñaron en conservar y transmitir sus escritos sacar de su experiencia apostólica y de su mensaje inspiración para dar respuestas a los problemas que planteaban las nuevas situaciones . «escuela paulina» a ella hay que atribuir la paternidad literaria de una rica producción epistolar, divulgada intencionalmente bajo el nombre y el alto patrocinio del apóstol.
  • 22. destrucción de Jerusalén en el año 70 fin del centro espiritual del judeo-cristianismo estricto ascensión de la comunidad de Roma se armonizan las culturas griega y judía, logrando una síntesis entre el mundo oriental y el occidental. «escuela paulina» Efeso Pablo Pedro Roma Antioquía Su ubicación cronológica abarcaría los años 60-100 desaparición de las grandes figuras del cristianismo de los orígenes, Pablo, Santiago y Pedro Santiago Jerusalén
  • 23. dejando aparte las cartas de Pablo que se remontan a los años 50 la mayor parte de los demás escritos neotestamentarios vio la luz en este período de transición. El vacío que habían dejado las grandes personalidades, los testigos directos, quedó cubierto por una fecunda actividad literaria La carta a los Colosenses La carta a los Efesios Segunda a los Tesalonicenses Primera a Timoteo. Segunda a Timoteo. La carta a Tito los Evangelios los Hechos de los apóstoles el Apocalipsis la carta a los Hebreos las Cartas Católicas Primera a los Tesalonicenses. Primera a los Corintios. Segunda a los Corintios. La carta a los Gálatas. La carta a los Filipenses. La Carta a Filemón. La carta a los Romanos.
  • 24. Para algunos el mundo y la existencia humana se encuentran bajo el dominio despótico de potencias cósmicas, llamadas Tronos, Señores, Príncipes, Potestades (1,16; cf. 2,15), identificadas con los ángeles (2,18). En la práctica se rendiría culto a estas potencias a través de la observancia de un calendario especial y de la abstinencia de determinadas comidas y bebidas (2,16-23): “ que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero... Que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles… ¿por qué sujertaros, como si aún vivierais en el mundo, a preceptos como «no tomes», «no gustes», «no toques», cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente humanos?” Todo eso para liberarse interiormente de ese mundo y adquirir una comprensión auténtica de sí mismo para subir a los cielos. La carta a los Colosenses Se trata probablemente de la primera expresión literaria de la escuela de Pablo parece ser una polémica manifiesta contra los defensores de una « filosofía » desviada (2,8): “ Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo” . Este vocablo no significaría aquí una reflexión racional y abstracta, sino una doctrina antropológico-religiosa de trasfondo gnóstico
  • 25. Él es mediador de toda la creación, incluso de los poderes cósmicos, vencedor de los mismos y redentor del hombre, trasladado del reino de las tinieblas al reino de la luz (cf. sobre todo 1,12-17). En él habita la plenitud de la divinidad (2,9-10) y por él se llega a un conocimiento y una sabiduría ( gnosis, sophia ) alternativos a la «filosofía» de los maestros de Colosas. El autor opone a todo eso la afirmación de la primacía universal y cósmica de Cristo “ El Padre os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él” “ Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad”
  • 26. Vocabulario de Colosenses y de Pablo Faltan en Col algunas categorías teológicas significativas del epistolario paulino auténtico, como: «el pecado» ( Hamartía, sing.) el vocabulario de la justificación ( dikaiosyne, dikaios ) «la ley» ( Nomos ) el verbo «creer» ( pisteuein ) la terminología soteriológica ( soteria, sozein ), los vocablos típicos de la liberación/libertad ( eleutheria , eleutheroun ) de la promesa ( epangelia ). Semejanzas de Colosenses con Romanos Ambos escritos revelan una articulación binaria, de carácter doctrinal la primera parte (Col 1-2 y Rom 1-11) y de tono exhortativo la segunda (Col 3-4 y Rom 12-15). Una confesión de fe cristológica de origen tradicional caracteriza el comienzo de ambas epístolas (Col 1,15-20 y Rom 1,3-4). En la introducción epistolar de Col y Rom se acentúa la función apostólica de Pablo, portador del mensaje evangélico a todos los pueblos (Col 1,5-8 y Rom 1,8-15). En el plano de los contenidos es digna de interés la presencia del mismo tema de la unión sacramental del bautizado con Cristo muerto y resucitado (Col 2,12-13 y Rom 6,1-11). Paternidad paulina Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos.
  • 27. Cristología Pablo Col centrada en la muerte y resurrección de Jesús Presenta un timbre cósmico: Cristo es el mediador de la creación del universo y de la reconciliación del mundo con Dios (1,15-20) y el triunfador sobre las potencias cósmicas, sometidas a su dominio (2,15). Eclesiología Pablo Col había definido a la Iglesia (comunidad cristiana local), como «cuerpo» (1 Cor 12), «cuerpo en Cristo» (Rom 12,5), «cuerpo de Cristo» (1 Cor 12,27), poniendo en evidencia la pluralidad y diversidad de los miembros (cada uno de los creyentes) en la unidad del organismo establece el primado de Cristo sobre la Iglesia ( universal ): Cristo es la cabeza , es decir el Señor y el principio vivificante (1,18.24; 2,17.19; 3,15). El interés se desplaza de la socialidad de relaciones entre los creyentes (los miembros) a la relación vertical con Cristo, señor y «alma» vivificante de la Iglesia, su cuerpo.
  • 28. Soteriología (la Salvación) Pablo Col Escatología (lo último) Pablo Col pensó en términos de tiempo : ya ahora los creyentes están justificados y reconciliados con Dios (se restableció la amistad con él). Pero la salvación y la resurrección , diferidas al futuro último, todavía no se han llevado a cabo (cf., por ejemplo, Rom 5,1-11 y 6,5.8). refleja una concepción de tipo espacial , que es la preferida en los ambientes griegos. Acentúa redención presente : Dios «nos ha arrancado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su hijo querido» (1,13) «Sepultados con él en el bautismo, habéis sido también resucitados en él (...); precisamente a vosotros, que estábais muertos (...), Dios os ha devuelto a la vida» (2,12-13) «Así pues, si habéis resucitado con Cristo...» (3,1). la conjugación de los verbos que indican la salvación y la resurrección está siempre en futuro escatología «aorística»: conjuga el verbo «resurgir» en pasado. Pero no se puede afirmar que elimine por completo el futuro, en el que se manifestará Cristo, vida de los creyentes, y la gloria de estos últimos (3,3-4). Pero esta manifestación no trae consigo nada substancialmente nuevo.
  • 29. uso privilegiado de categorías sapienciales para definir la existencia cristiana. Se reza para que los colosenses conozcan perfectamente ( epignosis ) la voluntad de Dios con toda sabiduría e inteligencia espiritual (1,9), para que viváis de una manera digna del Señor (1,10) . No se trata de ningún tipo de intelectualismo, ya que, en línea con la tradición hebrea, el conocimiento se presenta con un carácter acentuadamente práctico El mismo Cristo es la concentración de todos los tesoros de sabiduría y de conocimlento ( sophía , gnosis : 2,3). Falta totalmente la doctrina paulina de la justificación. la Redención Pablo Col Es central la doctrina de la justificación
  • 30. A diferencia de Col, Ef no tiene intenciones polémicas. Destaca más bien en ella la exigencia primaria de meditar en la experiencia de una Iglesia donde la participación de los gentiles es ya un hecho pacíficamente aceptado, resultante de la acción pacificadora de Cristo: “ él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad ” (2,14) Esta unidad es realizada y significada por siete elementos (4,4-6): un solo Cuerpo un solo Espíritu una sola esperanza un único Señor una sola fe un solo bautismo un único Dios . La carta a los Efesios Muestra tantas semejanzas con la de los Colosenses que se ha postulado la hipótesis de su dependencia literaria de la misma Sin embargo sería un desarrollo Porque en las analogías es donde se notan las diferencias más significativas.
  • 31. Se exalta el punto de llegada del largo proceso que supuso la participación de los incircuncisos en la promesa jurada por Dios a Abrahán y a su linaje: “ los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio ” (3,6). Aquellos que estaban excluidos de la ciudadanía del pueblo de Dios, extraños a las promesas, privados de esperanza y «ateos» en este mundo, desterrados en una desoladora lejanía y separados de los israelitas por causa de la ley mosaica, verdadero muro que separa a dos pueblos, se han hecho cercanos gracias a Cristo. Cristo ha apaciguado a los dos pueblos haciendo de ellos un solo cuerpo, ha introducido a los paganos en la ciudad de los santos y en la familia de Dios, edificando a los unos y a los otros en una construcción destinada a convertirse en templo santo de Dios (2,11-22). Los tiempos del apóstol, caracterizados por reivindicaciones, discusiones y reservas sobre el derecho de los paganos a entrar en la Iglesia con pleno derecho y sin una judaización previa, parecen haber quedado ya superados. Judíos y gentiles Pablo Efesios
  • 32. eclesiología «somática» De Séneca se conoce la frase: «Somos miembros de un gran cuerpo», o sea, del mundo ( Epist. 95,52). Sólo la Iglesia es el cuerpo de Cristo, esto es, el espacio privilegiado de su señorío y de su influencia vivificante y animadora “ Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo ” (5,23) “ de Cristo todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor ” (4,16) Dios, en su abundante misericordia, ha vivificado con Cristo a los creyentes, víctimas en otros tiempos de la muerte espiritual, los ha salvado, los ha con-resucitado y co-entronizado en los cielos en Cristo Jesús (2,4-6). Pero la iniciativa de gracia divina ha transformado realmente a los creyentes en nuevas criaturas, capaces de llevar una existencia fecunda en buenas obras (2,10). El pasado de tinieblas de los bautizados ha dejado su lugar al presente de luz, pero suscita el imperativo de vivir responsablemente como hijos de la luz (5,8). Los compromete en la lucha , incluso «contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, en contra de los espíritus del mal que habitan en las regiones celestiales» (6,12), a pesar de que Cristo los ha vencido . escatología realizada
  • 33. Como destinatarios de estas cartas aparecen los nombres de los discípulos más prestigiosos del apóstol, Timoteo y Tito , prototipos de autoridad eclesiástica. Con su testamento espiritual , en vísperas del martirio (2 Tim 4,6), se presentan como la última palabra del apóstol. Como escritos eminentemente exhortativos , ajenos a las profundas perspectivas teológicas, difieren de Col y de Ef. Muestran una gran insistencia en la organización jerárquica de las comunidades cristianas, por lo cual una fecha probable de redacción podría ser alrededor del año 100 . Las Cartas Pastorales
  • 34. parecen ser un movimiento sincretista de tinte gnóstico y formado por elementos judíos . Se habla expresamente de maestros que se complacen en mitos y en genealogías interminables (1 Tim 1,4; 4,7; 2 Tim 4,4) les gustan las disputas (1 Tim 6,4-5; 2 Tim 2,14-16.23; Tit 3,9) se jactan de ser doctores de la ley (1 Tim 1,7) son contrarios al matrimonio e imponen la abstinencia de determinados alimentos (1 Tim 4,3) presumen de poseer un conocimiento elitista de Dios (1 Tim 6,20; Tit 1,16) pretenden que la resurrección a ha tenido lugar (2 Tim 2,17). son escritos de polémica antiherética Los adversarios
  • 35. Su polémica se limita a rechazar , con acusaciones de desviacionismo y de apostasía, los errores del adversario Les aplican epítetos infamantes. Se trata de charlas inútiles (1 Tim 1,6) de doctrinas diabólicas (1 Tim 4,1) de una verdadera blasfemia (1 Tim 1,20) de vanas discusiones que llevan a la ruina (2 Tim 2,14). Sus maestros no son más que apóstatas (1 Tim 1,6.19; 6,10.21) mentirosos hipócritas con la conciencia embotada (1 Tim 4,2-3) hombres de mente corrompida y extraños a la verdad (1 Tim 6,5; 2 Tim 2,18; 4,4; Tit 1,14) rebeldes, charlatanes seductores, animados por un torpe interés (Tit 1,10) personas partidistas ( hairetikon anthropon ) (Tit 3,10) seres abominables, desobedientes e incapaces de cualquier obra buena (Tit 1,16). No existe preocupación por dialogar con los adversarios Pero más allá de esta denuncia surge con claridad el motivo objetivo de su decidida repulsa: los adversarios enseñan una doctrina distinta ( heterodidaskalein : 1 Tim 1,3; 6,3) de la doctrina sana, buena y conforme con la piedad (1 Tim 1,10; 4,6; 6,3; 2 Tim 4,3; Tit 1,9; 2,1) y de las sanas palabras del Señor Jesucristo (1 Tim 6,3; 2 Tim 1,13; Tit 2,8).
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